Al analizar la situación laboral de las personas con discapacidad es necesario tener en cuenta que su estructura por edades es muy diferente a la de la población en general y que la mayor parte des sus efectivos se encuentran en edades en las que ya han comenzado a descender las tasas de actividad y en las que son mayores dificultades para encontrar empleo.
Las tasas de inserción sociolaboral indican que, aún cuando las tasas de paro de las personas con discapacidad son superiores a las de la población general, el verdadero problema de inserción de estas personas es su extremadamente bajo nivel de actividad, ya que ni tienen ni buscan activamente empleo. Se incorporan al mercado laboral entre los 16 y los 34 años de edad para comenzar a disminuir a partir de esa edad y lo abandonan mucho antes.
En suma, aún cuando existe un grupo relativamente importante de personas discapacitadas que reciben pensiones de invalidez o de jubilación u otras rentas, son también muchos los que, ante la falta de oportunidades laborales, dilatan sus procesos de formación o, como ocurre sobretodo en las mujeres, se dedican exclusivamente a las tareas del hogar. La falta de oportunidades ocupacionales es, más que la incapacidad para el trabajo, el factor más importante de exclusión del mercado laboral y, como consecuencia, de la falta de normalización de su vida familiar y social.
Es por todo ello que la política social tiene en estos momentos un importante desafío que consiste en adaptar los sistemas con que cuenta para hacer frente a las nuevas demandas, todo ello de una manera más rentable, respondiendo al mismo tiempo a esas nuevas necesidades y a las circunstancias cambiantes.
Queda mucho trabajo por realizar y ese trabajo requiere una intervención profesional que garantice una utilización adecuada de los recursos y, por lo tanto, una eficacia en la gestión de los mismos; y esto, sólo podrá realizarse desde un permanente análisis de las necesidades, una formulación adecuada de los objetivos y una correcta planificación de las estrategias.
El empleo como bien escaso que es, resulta en muchos casos una quimera cuando lo referimos a las personas con discapacidad, ya que, éstas sufren aún mayores dificultades para encontrar empleo que la población en general; ello a pesar de la existencia de incentivos, subvenciones, centros especiales de empleo, planes específicos de inclusión sociolaboral, etc... destinados estrictamente a ese colectivo.